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Atlético Sanluqueño

Continúo con los artículos de la serie que fue ya publicada. En este caso dedicado a un equipo que lo está pasando mal deportivamente aunque su trabajo de organización y planificación es extraordinario. Dedicado a mi amigo Pepe Jiménez y a la buena gente de Sanlúcar de Barrameda. Ánimo, os salvareis y esta semana es de transición.

 

El año pasado un buen número de almas verdiblancas se desplazaban a Sevilla con la ilusión de que su equipo rematara su gran temporada metiéndose en la liguilla de ascenso a Segunda B. Finalmente no pudo ser y el fútbol, injusto tantas veces, le jugó una mala pasada a un club modélico y que ha brindado un gran fútbol a los buenos aficionados del fútbol modesto en la presente temporada.

 

Pero retrocedamos unos años para comprender por completo toda esta historia. Corrían los primeros años de la década de los ochenta cuando el Atlético Sanluqueño era algo así como el gran coco de la Tercera de Andalucía Occidental; el equipo de Sanlúcar de Barrameda era la alternativa más seria al binomio Sevilla Atlético-Betis Deportivo que una temporada sí y otra también dominaban el fútbol modesto de esta zona. El Sanluqueño tenía un nombre propio ligado a esa época:  Luis Merino, el empresario empeñado en poner el nombre de Sanlúcar entre la elite del fútbol modesto nacional. Para ello dejó la planificación deportiva en manos de Antonio Zambruno y el Sanluqueño lograba tener durante esas temporadas plantillas realmente temibles. La plantilla sanluqueña era un cóctel de jugadores sevillanos y gaditanos.   Resultado de las buenas relaciones con los dos principales clubs sevillanos llegaron jugadores de la talla de Mena, Cristóbal, Vera, Codesal, Torrano, Píriz, Palomino, etc. Asi mismo llegaban a Sanlúcar jugadores ya consagrados como el lebrijano Emilio Mendaro, el ex valencianista Eloy, Navarro, Cano, etc. Y de los alrededores de Sanlúcar el club siempre estaba atento a jugadores de calidad que pudieran caer en sus redes como Pajuelo, León o Villalustre. Completaban la fórmula una serie de jugadores locales como Ali, Miguel Ángel, Carlos o Lin que mantenían el vínculo de la plantilla con la tierra. Con estos mimbres el Sanluqueño se mantuvo varios años como gallito del grupo y se hizo respetar hasta que de la mano de José Enrique Díaz lograron el ascenso a Segunda División B, el hito más grande jamás logrado por la entidad sanluqueña, que en la nueva categoría mantuvo su fórmula mágica de mezclar jugadores sevillanos con otros del entorno y aprovechar la cercanía de un equipo, el Xerez CD, que le servía de vivero y con el que sus excelentes relaciones permitieron la llegada de jugadores carismáticos como Juanito Moreno e incluso ex jugadores de Primera como Tomás Orbegozo. Esto le sirvió al Atleti para mantenerse varias temporadas en la categoría de bronce del futbol español pero era una política que solo tenía futuro si había gente poniendo dinero, lo que siempre sucede en el fútbol en estas categorías.

 

Cerrado el grifo del dinero el club verdiblanco se tambaleó durante algunas temporadas que coincidieron con su ocaso en la Segunda B, se tuvo que recurrir a completar la plantilla con jugadores de bajo perfil de la provincia de Cádiz y a meter a toda prisa a gente de la cantera porque los recursos se habían acabado. Afortunadamente el Atleti se recompuso y los nuevos rectores vieron claro el futuro  que pasaba por explotar la magnifica cantera de la localidad que le podía dar una base sólida. Así comenzó la travesía sanluqueña por el desierto. Es duro para una afición que ha estado acostumbrada a ser gallito sentirse una más pero durante estos años los fieles, los aficionados de toda la vida no han abandonado a su Atleti esperando con paciencia que llegara la temporada del despertar. En estos años el primer equipo volvió sus ojos a los otros dos clubs de la localidad, Rayo y Algaida que durante los años felices del Atlético habían aprovechado la cantera que este tenía más olvidada. Así llegaron al equipo del Palmar jugadores como Rafa Bustillo, Jesule, Antoñín, Fali, Camacho, Jesús  y compañía. Esto unido a que el club empezó a potenciar su cantera y muchos jugadores juveniles, e incluso en edad cadete como Jorge Ramírez subieron al equipo y poco a poco se afianzaron. El Sanluqueño pasó de ser un equipo de talonario a ser un equipo de cantera. La plantilla era aderezada con jóvenes promesas procedentes mayoritariamente de Jerez, primero del Flamenco y en los últimos años del Pueblo Nuevo donde el Sanluqueño encontró sendos viveros magníficos, y con algún que otro jugador con más oficio que complementaba la bisoñez insultante de la plantilla, así volvió por ejemplo Juanito Moreno o llegaron los lebrijanos Rafa Caro y Francisco. Durante estos años los rectores sanluqueños  han tenido claro que la fórmula para sobrevivir era muy clara: cantera, paciencia y buen tino a la hora de confeccionar la plantilla y elegir el entrenador. Cada presidente que ha tenido la entidad ha sabido ser fiel a estos principios básicos e ineludibles para realizar una transición modélica desde ser un club presidencialista a tener una estructura envidiable como hoy tiene el Atlético Sanluqueño.

 

No deben renegar los sanluqueños de los días de vino y rosas del Atleti de Luis Merino. El fútbol sanluqueño le debe mucho a aquel aficionado que se propuso tener al equipo de su pueblo lo más arriba pero no cabe duda que el Sanluqueño ha logrado en estos años ser la envidia del fútbol modesto de Andalucía Occidental y yo diría que de toda Andalucía. Pocos clubs pueden presumir de estar tan saneados como el Sanluqueño, mientras muchos clubs del entorno han caído en las garras feroces de los nuevos especuladores del fútbol que prometen el oro y el moro el club del Palmar, con un potencial tremendo,  se ha mantenido en las manos de los socios y no ha faltado nunca alguien que se hiciera cargo de su gestión. Además el club potencia cada día más su estructura canterana, ¡Quién lo hubiera dicho en aquellos años 80!, y esta temporada se pone en marcha la última piedra del edificio: el Atlético Sanluqueño B a quien auguramos una larga y exitosa vida. El club ha optado por hacer las cosas despacito y con buena letra, hilando fino en los pasos a seguir para confeccionar la primera plantilla y dejándolo todo en manos de los que saben y en este caso de una leyenda viva del club como Ali que trabaja codo con codo con un magnífico cuadro técnico para hacer cada temporada mejor a su equipo. Pero no queda ahí la cosa, el club presidido ahora por Manolo Fernández ha dado en la última temporada suficientes muestras de estar en todos los detalles en los que un club tiene que estar para ser grande programando  homenajes a entidades sanluqueñas que pueden acercar al club a su localidad, intentando aproximar el club a los más jóvenes, los atletistas del mañana, teniendo detalles tan pequeños como imprescindibles como obsequiar con unos sombreros para refugiarse del calor a los aficionados que presenciaron el Sanluqueño-Dos Hermanas en una calurosa mañana de mayo, teniendo una organización modélica en los partidos de casa que ha sido alabada por cuantos equipos han visitado El Palmar y entendiendo que hoy en día tener una página web es imprescindible para que un club se promocione y mantenga un vínculo importante con sus aficionados. Por todas estas y muchas más cosas el Sanluqueño se ha ganado el respeto de los aficionados a los que nos gustan las cosas bien hechas y que pensamos que es posible que el fútbol siga en manos de los aficionados y no se convierta en un objeto frío y mercantilista.

Sanlúcar es tierra de buen marisco y buenos vinos, de paisajes de ensueño, casas nobles y a la vez gente sencilla. Quizás esta mezcla es la que ha conseguido que el Atlético Sanluqueño se haya convertido en el ejemplo de que algo grande se puede hacer con esfuerzo, paciencia y sentido común. Brindaremos con manzanilla   porque este equipo y otros más sigan por ese camino. 

 

1 comentario

Mauri -

¡¡¡Fantástico, Antonio!!!. Como siempre, poniendo tus múltiples conocimientos al servicio de los demás. Te felicito. Un abrazo. Mauri.